Review de Belfast

La calle de Kennet Branagh

Por Emilio Gola

Belfast es la clase obrera. Por eso, inicia y termina en sus grúas, Sansón y Goliat. Pero Kennet Branagh abre los planos, los contorsiona y los filma de mil y una maneras, porque, para él, la ciudad en donde creció también es eso, una ciudad digna de contemplación. Entonces, entramos al blanco y negro.

En una transición práctica y bella, del presente viajamos a 1969, a una calle donde Buddy (Jude Hill) –“amigo” en inglés- y su familia protestante viven junto a vecinos católicos. De la lucha fantasiosa contra dragones pasamos a la lucha real contra los protestantes que incendian todo a su paso. En un par de minutos -y con un fantástico uso de la cámara lenta a 360º- la calle exhibe sus dos caras. A partir de ahí, en el fuera de cuadro flota un no sé qué propio del agitamiento social de la época.

Detalle: padre (Jamie Dornan), madre (Caitriona Balfe), abuela (Judi Dench) y abuelo (Ciarán Hinds) no tienen nombre. Otro detalle: la religión se muestra como cosa inocente o de gángsters, no existencialista. Ya dejan de ser detalles: Branagh logra incluirnos. Su grupo familiar, su ciudad, su coming of age es el de todos. Al menos, el de toda persona bien tratada en su infancia.

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